He aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo y piadoso; esperaba la consolación de Israel y el Espíritu Santo estaba sobre él… También estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad avanzada… No se apartaba del templo, sirviendo con ayunos y oraciones de noche y de día. En la misma hora acudió al templo, y daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Lucas 2:21-38
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El Llamado de los Adultos Mayores
En esta historia, los adultos mayores son reconocidos por su perspectiva única de la vida. Ellos son importantes, tienen un propósito, son llamados, son necesarios.
Al igual que en este pasaje de las Escrituras, estos dos profetas de edad avanzada, Simeón y Ana, ejemplifican la forma en que los adultos mayores están llamados a vivir de manera cada vez más radical, viviendo sus valores más profundos. Bajo el dominio romano en el primer siglo, Simeón está “buscando el consuelo de Israel” y Anna está “buscando la redención de Jerusalén”. Por ello, permanecen cerca del Templo, en ayuno y oración. Allí están orando cuando María y José entran para hacer una ofrenda a Dios, justo después del nacimiento de Jesús.
Ambos adultos mayores ofrecen una bendición para el bebé, reconociendo el llamado de Dios sobre el recién nacido Jesús. Nuestra sociedad a menudo retrata a los adultos mayores como principalmente mirando hacia el pasado, pero estos dos miran ansiosamente hacia el futuro. Y ellos saben que son necesarios.
El llamado de Dios nos hace necesarios. No importa cuánta vida hayamos experimentado.
En el mundo de Dios, se nos llama y se nos necesita desde el nacimiento hasta la muerte.
- ¿Por qué crees que los adultos mayores son importantes para Dios?
- ¿Cómo alimentas la esperanza en tu vida? ¿Se te hace fácil o difícil?
- ¿Qué valores esperas que guíen tu propio camino hacia la vejez?
- ¿Qué puedes ofrecer ahora a los demás que no tenías antes, cuando eras más joven?
- ¿Qué riesgos puedes tomar ahora, en el nombre del Reino de Dios, que antes no podías afrontar?